Conseguido nuevamente el marco de la Finca La Cónsula, la fiesta ha dado un salto cualitativo, recuperando el prestigio perdido en las últimas ediciones.
Otras vez, y van muchas, las ocasiones en que la Fiesta cuenta con un gran pintor para la confección de su Cartel, pero Eugenio Chicano dado su ya espíritu biznaguero y enamorado de la Fiesta, por el marcado carácter cultural que esta ha adquirido, de nuevo pinta un bonito cuadro para marcar el comienzo real de la Fiesta y, abusando de su amistad, él nos vuelve a donar su obra, que nada más ver la luz se lleva a cabo su presentación en lo salones de la sede.
Conseguidos dos puntos fuertes del acto, el siguiente es contar con un Pregonero del prestigio de la ya histórica Fiesta. Para ello, el Presidente ofrece el honor a la Poetisa Inés María Guzmán Ortega, que muy gustosa y complacida acepta el reto.
Otras vez, y van muchas, las ocasiones en que la Fiesta cuenta con un gran pintor para la confección de su Cartel, pero Eugenio Chicano dado su ya espíritu biznaguero y enamorado de la Fiesta, por el marcado carácter cultural que esta ha adquirido, de nuevo pinta un bonito cuadro para marcar el comienzo real de la Fiesta y, abusando de su amistad, él nos vuelve a donar su obra, que nada más ver la luz se lleva a cabo su presentación en lo salones de la sede.
Conseguidos dos puntos fuertes del acto, el siguiente es contar con un Pregonero del prestigio de la ya histórica Fiesta. Para ello, el Presidente ofrece el honor a la Poetisa Inés María Guzmán Ortega, que muy gustosa y complacida acepta el reto.
Bonita obra la que crea el artista para anunciar la XXI Edición de la Fiesta . Bello Jazmín de Chicano
El evento va tomando forma y fondo, lo que le falta es música y folclore, que también la Directiva está dispuesta a dárselo.
Antes de continuar, se quiere dejar atada la fecha y para ello se dirige escrito al Concejal del Distrito nº. 8 de Churriana, solicitándole le sea concedido el día 15 de Julio del año actual 1995 para llevar a cabo el día festivo del acto, recibiéndose confirmación de ello pasadas unas fechas.
Coro Rociero de La Biznaga actuando en la XXI Fiesta la Biznaga.
Antes de continuar, se quiere dejar atada la fecha y para ello se dirige escrito al Concejal del Distrito nº. 8 de Churriana, solicitándole le sea concedido el día 15 de Julio del año actual 1995 para llevar a cabo el día festivo del acto, recibiéndose confirmación de ello pasadas unas fechas.
Coro Rociero de La Biznaga actuando en la XXI Fiesta la Biznaga.
Cada día que pasaba, menos puntadas quedaban para configurar totalmente la Fiesta, y como quiera que ya se contaba con la actuación del Coro Rociero La Biznaga, formado por socios y sus respectivas parejas de muchos de ellos, que artísticamente venían pegando fuerte dado su buen nivel artístico adquirido, ya solo quedaba contar con una figura estelar, elección que recayó en Antonio Monedero Vivar (Humorista) y para final la Orquesta Kalima.
Iniciado el acto con bailes de la tierra, seguidamente María Rosa Gorrochategui sustituye a Antonio Parra, Pregonero del año anteriory sube al escenario para dar cumplida presentación de la segunda Pregonera de la historia de la Fiesta, Inés María Guzmán, que agradecida por sus palabras toma la suya y hace el silencio suyo, pregonando a la biznaga una noche mas del verano malagueño con sabor a poesía a orillas del Mediterraneo.
A su finalización el Presidente como en ocasiones anteriores entrega Biznaga de Plata a la Pregonera y ésta agradecida estampa su firma en el Libro de Oro de la Entidad.
En los últimos años que se había suspendido el desfile de misses para la elección de la Reina biznaguera dados los contratiempos de horario y se decide continuar con el mismo criterio.
Iniciado el acto con bailes de la tierra, seguidamente María Rosa Gorrochategui sustituye a Antonio Parra, Pregonero del año anteriory sube al escenario para dar cumplida presentación de la segunda Pregonera de la historia de la Fiesta, Inés María Guzmán, que agradecida por sus palabras toma la suya y hace el silencio suyo, pregonando a la biznaga una noche mas del verano malagueño con sabor a poesía a orillas del Mediterraneo.
A su finalización el Presidente como en ocasiones anteriores entrega Biznaga de Plata a la Pregonera y ésta agradecida estampa su firma en el Libro de Oro de la Entidad.
En los últimos años que se había suspendido el desfile de misses para la elección de la Reina biznaguera dados los contratiempos de horario y se decide continuar con el mismo criterio.
Inés María una vez concluido su Pregón recibe de manos del Presidente La Biznaga de Plata símbolo de la Peña La Biznaga.
La Fiesta continuó durante varias horas de la noche con un excelente ambiente propiciado por las excelentes actuaciones de Antonio Monedero, el Coro Rociero de la Biznaga y la Orquesta Kalima.
PREGÓN
XXI FIESTA LA BIZNAGA
Por: Inés María Guzmán Ortega
Poetisa
Nunca pensará el eneldo,
flor amarilla y humilde,
que crece entre la cebada
y el trigo en la primavera.
ser portador su esqueleto
de otra flor de más altura,
más blanca y de más ornato,
más sutil y cotizada;
de una flor que por si sola
pregona su simbolismo...
Es el jazmín diminuto
que se corona en guirnaldas
sobre jóvenes cabellos,
flor, sobre la base humilde
que al fundirse se engrandece,
y se eleva y se sublima
transformándose en biznaga.
Y el eneldo es como el trono de una imagen malagueña; su tronco, ya sin la flor, es portador de la blancura inmaculada del jazmín que se abre como un extraño abanico, como una rosa, como fantástico clavel blanquísimo, como la claridad malagueña, como la espuma de su mar, como las gaviotas, como los veleros, como la albura de la mantilla de la novia de Málaga, Virgen del Rocío. Como las blancas palomas del Parque, como el rayo de luna de la primavera malagueña, como las paredes encaladas de sus típicos barrios... y como la blanquísima y ondeante túnica de nuestro querido Cristo Cautivo.
Por eso, la biznaga, sobre su verde penca, en la palma de la mano del biznaguero, se pasea orgullosa por esta Málaga, sabedora de ser única, sabedora de ser el símbolo de la primavera malagueña, de ser tradición viva y perfumada, que inunda la ciudad y deja a su paso una estela de nostalgia y esperanza.
Ya se acerca la noble, grácil figura
del biznaguero,
camisa blanca, pantalón negro;
su faja roja, noble sombrero.
-Traigo olor y blancura,
y mil luceros-
Y se prenden en el aire
sutil reguero
de mariposas blancas
del biznaguero.
¿ Pero quién puede
comprar lo etéreo?
Y se pierde en la noche
tras el sendero
de los años pasados
y venideros...
El eneldo es como un trono, como una cuna, como una mano abierta para el jazmín. Trono donde pasea a la reina de las flores malagueñas, con la tenue mecida del paso acompasado del biznaguero. Cuna para mecer el sueño del jazmín que sueña con el corazón de Málaga. Mano abierta y generosa para donar su espíritu, que no ha olvidado su caricia de seda.
Humilde y generoso eneldo, que por esa misma generosidad, se funde en una pieza, y es recompensado con un único y solo nombre, siendo ya una y no dos, comunión espiritual, lazo matrimonial del eneldo y el jazmín, que por la gracia de Dios ya es biznaga.
Jazmín del atardecer, que se recoge con ternura y mimo a la caída de la tarde, de la tarde serena, cuando el sol se vuelve rojo y se despide por el horizonte, sin prisas. Cuando las sombras se alargan y las miradas recobran su misterio. Jazmín que se aprisiona en barrocos embases para el perfume, prisionero en el nítido cristal, como el genio de Aladino. Jazmín para el té de las cinco de la tarde, con halo de misterio oriental. Yasmín, nombre que trae reminiscencias árabes. Yasmina, odalisca voluptuosa de los siete velos flotando en la suave penumbra de un salón. Jazmín para el tocado de la novia... ”Jazmines en el pelo y rosas en la cara ...” que canta María Dolores Pradera. Jazmín, biznaga de la tarde malagueña llena de fragancias y secretos que el aire lleva.
Hace mucho, muchísimo tiempo, estaba la flor del eneldo muy triste y apesadumbrada, en el campo, hablando con el trigo y la cebada. Esta triste, porque se sentía innecesaria e inútil, sabiendo que del trigo sale el pan, principal alimento para el hombre, y que la cebada constituye una excelente infusión, tan parecida al café, pero incluso más sana y necesaria y alimento para animales herbívoros, y sin embargo, el eneldo, solo era requerido en algunos guisos, y que hay incluso quién dice que su sabor es desagradable, los mismo que su color; y en cuanto a su flor, es insignificante comparada con otras flores de mayor ornato. Pero, por esa misma sencillez, Dios la hizo generosa y depositó en ella al jazmín, convirtiéndola en extraña y única flor, y le dio aroma y blancura y la hizo símbolo y bandera.
Curiosamente, la base de este símbolo que es la biznaga, es la penca de la chumbera que crece al filo del camino, llena de espinas y olvidada de todos; pero su hoja carnosa es ideal para peana de este regalo de la naturaleza, y así, la chumbera también es engrandecida por obra y gracia de nuestra biznaga.
Pero ¿como ocurrió todo esto? ¿Quién tomó el eneldo y depositó jazmín tras jazmín en sus dedos abiertos? ¿Quién después lo depositó sobre la penca quitándole sus peligrosas espinas? ¿Quién hizo esto por primera vez? ¿Cómo surgió el primer biznaguero?
Un villancico dice: “Los pastores no son hombres,/ que son ángeles del Cielo./ Cuando nació Jesucristo/ fueron ellos los primeros.
Pero yo sé una canción
que a cantarla me requiero:
Una tarde se aburrían
unos ángeles del Cielo,
y decidieron prender
jazmines sobre eneldo,
ensamblarlos en las pencas
y por Málaga venderlos.
Se inventaron los pregones:
- Biznagas de olor eterno...
Las túnicas se quitaron
y sus alas escondieron,
se pusieron traje corto,
sombrero de terciopelo.
Y por eso por las calles
no van solo biznagueros,
que de vez en cuando son
bellos ángeles morenos.
Noche malagueña. Aquí, en este maravilloso, paradisiaco jardín de la Cónsula, en este embrujador ambiente, nos envuelve la belleza, el misterio, el aroma y la sombra del jazmín. Nos persigue la sombra omnipresente del jazmín.
Un jazmín y su sombra
sobre el verde cartel de este verano
que plasmaron con mimo
las sabias manos
del maestro del arte
tan soberano
que dona generoso
nuestro Chicano.
Y se marcha la sombra por la sombra de la noche, noche malagueña llena de gracia, que baila al compás del rumor de las olas. En ti se dan los cantos que escucha la Luna, Luna coqueta que se mira en tu mar, y que se prende una biznaga en su blanca peineta de concha marina.
Málaga la cantaora,
hermana de siete hermanas.
Ponte tu manto de espumas
sobre tu espalda salada,
una flor blanca en el pelo
y serás reina de España
cuando te cubra el aroma
soñador de la biznaga.
Todo el cielo está expectante, porque en las noches del estío malagueño, las estrellas y los luceros no están solo en la bóveda del cielo, bajan a nuestra Málaga y se tornan jazmines olorosos, porque quieren ver de cerca las caras como rosas de las mujeres malagueñas, y luego vuelven a subir al cielo, para ser alfileres perpetuos, brillando sobre el pecho de la noche.
El jazmín es una flor nocturna, como la dama de noche o el dondiego. Por eso, nos ofrece su aroma para que lo perciba la Luna, aunque antes se haya impregnado de los rayos del Sol. Sol que es la esencia de la vida, madrugador y rojo tras los montes de Málaga, tímidamente su perfil primero, trémulo, como los violines en el aire, soñoliento e indeciso, para luego agrandarse y ofrendarse en un amarillento intenso, que es la claridad inigualable de Málaga.
Así, el jazmín, no puede vivir sin este maravilloso, grandioso Sol malagueño, pero, sin embargo, su aroma lo ofrece a la noche, noche de negrura iridiscente brillando por encima del mundo.
Antiguo juego de la noche y el día. Casitas encaladas, hermosas y legendarias, que brillan al sol y relucen en la noche.
Como niños traviesos
sobre las tapias
se cuelgan los jazmines
como cal blanca,
como conchas marinas
de nácar alba.
Y dijo Picasso en 1940. “Los labios pegados al espejo derretido entre los palos de los jazmines“.
Y también dijo, en 1957, en una obra dedicada al famoso cuadro del Greco “Entierro del Conde de Orgaz“: “Se fueron a cantar por esos cielos de azúcar y alfajores, y biznagas de jazmines se pusieron de pie. “Para luego decir: “Tajada de melón blanco de oro y biznaga, puesta en el moño del tejado de cal“.
Y “Ventana que da al puerto lleno de jazmines”. Al Puerto de Málaga, claro, no podía ser otro. Picasso recordaba a Málaga por sus jazmines, por sus biznagas, como Vicente Alexandre por sus conchas y caracolas.
Barco que llega a la mar de Málaga, se enamora de su puerto, se inunda en la claridad asomado a la ventana de Mainake, Malake, Malaca, Málaga, por donde ya el aroma del jazmín se palpa y nunca más se olvida. Se marcha con el pensamiento puesto en la nueva flor que ha conocido y que le va a perseguir como sombra perfumada por esos mares de Dios. Ya nunca su cielo será el mismo, después de ver los jardines de Málaga. “La cintura del jardín“.Dijo Manuel Altolaguirre:
La cintura del jardín.
Florece en el aire el agua.
Lazos y menudos pies.
Suelo. Frutas. Nubes blancas.
En su horizonte con yedra
descansa su sombra plana,
doblada por las rodillas,
- interina piel de tapia-
La tarde. Los jazmineros
de la escalera la llaman...
Y canta Málaga su canción de jazmines y jazmineros, su canción blanca de agua. Su poesía blanca de biznaga; la cantan sus sirenas secretas, que de noche se sientan en las orillas para prenderse en el pelo como una preciada joya, las biznagas. Biznagas que olvidan en la playa los ángeles traviesos.
Y cuando ya el resplandor difuso anuncie el día, la aurora traerá la esperanza revuelta en mil perfumes, perfume grande de jazmín pequeño, que se hace grande en la biznaga cada primavera, cada verano, con el sol y la noche, la flor y el palo del buen eneldo, la verde penca, la orilla del camino, la mar y el campo...
Esta noche quisiera,
biznaga blanca,
verde chumbera,
eneldo embellecido
por primavera,
que tu estampa triunfe
como quimera.
Y entre todas las flores
la reina fueras;
te porten querubines
por la ladera
del monte Gibralfaro
como bandera.
Málaga, quince de Julio de mil novecientos noventa y cinco.
Inés María Guzmán
Finca La Cónsula
15 de Julio de 1995
flor amarilla y humilde,
que crece entre la cebada
y el trigo en la primavera.
ser portador su esqueleto
de otra flor de más altura,
más blanca y de más ornato,
más sutil y cotizada;
de una flor que por si sola
pregona su simbolismo...
Es el jazmín diminuto
que se corona en guirnaldas
sobre jóvenes cabellos,
flor, sobre la base humilde
que al fundirse se engrandece,
y se eleva y se sublima
transformándose en biznaga.
Y el eneldo es como el trono de una imagen malagueña; su tronco, ya sin la flor, es portador de la blancura inmaculada del jazmín que se abre como un extraño abanico, como una rosa, como fantástico clavel blanquísimo, como la claridad malagueña, como la espuma de su mar, como las gaviotas, como los veleros, como la albura de la mantilla de la novia de Málaga, Virgen del Rocío. Como las blancas palomas del Parque, como el rayo de luna de la primavera malagueña, como las paredes encaladas de sus típicos barrios... y como la blanquísima y ondeante túnica de nuestro querido Cristo Cautivo.
Por eso, la biznaga, sobre su verde penca, en la palma de la mano del biznaguero, se pasea orgullosa por esta Málaga, sabedora de ser única, sabedora de ser el símbolo de la primavera malagueña, de ser tradición viva y perfumada, que inunda la ciudad y deja a su paso una estela de nostalgia y esperanza.
Ya se acerca la noble, grácil figura
del biznaguero,
camisa blanca, pantalón negro;
su faja roja, noble sombrero.
-Traigo olor y blancura,
y mil luceros-
Y se prenden en el aire
sutil reguero
de mariposas blancas
del biznaguero.
¿ Pero quién puede
comprar lo etéreo?
Y se pierde en la noche
tras el sendero
de los años pasados
y venideros...
El eneldo es como un trono, como una cuna, como una mano abierta para el jazmín. Trono donde pasea a la reina de las flores malagueñas, con la tenue mecida del paso acompasado del biznaguero. Cuna para mecer el sueño del jazmín que sueña con el corazón de Málaga. Mano abierta y generosa para donar su espíritu, que no ha olvidado su caricia de seda.
Humilde y generoso eneldo, que por esa misma generosidad, se funde en una pieza, y es recompensado con un único y solo nombre, siendo ya una y no dos, comunión espiritual, lazo matrimonial del eneldo y el jazmín, que por la gracia de Dios ya es biznaga.
Jazmín del atardecer, que se recoge con ternura y mimo a la caída de la tarde, de la tarde serena, cuando el sol se vuelve rojo y se despide por el horizonte, sin prisas. Cuando las sombras se alargan y las miradas recobran su misterio. Jazmín que se aprisiona en barrocos embases para el perfume, prisionero en el nítido cristal, como el genio de Aladino. Jazmín para el té de las cinco de la tarde, con halo de misterio oriental. Yasmín, nombre que trae reminiscencias árabes. Yasmina, odalisca voluptuosa de los siete velos flotando en la suave penumbra de un salón. Jazmín para el tocado de la novia... ”Jazmines en el pelo y rosas en la cara ...” que canta María Dolores Pradera. Jazmín, biznaga de la tarde malagueña llena de fragancias y secretos que el aire lleva.
Hace mucho, muchísimo tiempo, estaba la flor del eneldo muy triste y apesadumbrada, en el campo, hablando con el trigo y la cebada. Esta triste, porque se sentía innecesaria e inútil, sabiendo que del trigo sale el pan, principal alimento para el hombre, y que la cebada constituye una excelente infusión, tan parecida al café, pero incluso más sana y necesaria y alimento para animales herbívoros, y sin embargo, el eneldo, solo era requerido en algunos guisos, y que hay incluso quién dice que su sabor es desagradable, los mismo que su color; y en cuanto a su flor, es insignificante comparada con otras flores de mayor ornato. Pero, por esa misma sencillez, Dios la hizo generosa y depositó en ella al jazmín, convirtiéndola en extraña y única flor, y le dio aroma y blancura y la hizo símbolo y bandera.
Curiosamente, la base de este símbolo que es la biznaga, es la penca de la chumbera que crece al filo del camino, llena de espinas y olvidada de todos; pero su hoja carnosa es ideal para peana de este regalo de la naturaleza, y así, la chumbera también es engrandecida por obra y gracia de nuestra biznaga.
Pero ¿como ocurrió todo esto? ¿Quién tomó el eneldo y depositó jazmín tras jazmín en sus dedos abiertos? ¿Quién después lo depositó sobre la penca quitándole sus peligrosas espinas? ¿Quién hizo esto por primera vez? ¿Cómo surgió el primer biznaguero?
Un villancico dice: “Los pastores no son hombres,/ que son ángeles del Cielo./ Cuando nació Jesucristo/ fueron ellos los primeros.
Pero yo sé una canción
que a cantarla me requiero:
Una tarde se aburrían
unos ángeles del Cielo,
y decidieron prender
jazmines sobre eneldo,
ensamblarlos en las pencas
y por Málaga venderlos.
Se inventaron los pregones:
- Biznagas de olor eterno...
Las túnicas se quitaron
y sus alas escondieron,
se pusieron traje corto,
sombrero de terciopelo.
Y por eso por las calles
no van solo biznagueros,
que de vez en cuando son
bellos ángeles morenos.
Noche malagueña. Aquí, en este maravilloso, paradisiaco jardín de la Cónsula, en este embrujador ambiente, nos envuelve la belleza, el misterio, el aroma y la sombra del jazmín. Nos persigue la sombra omnipresente del jazmín.
Un jazmín y su sombra
sobre el verde cartel de este verano
que plasmaron con mimo
las sabias manos
del maestro del arte
tan soberano
que dona generoso
nuestro Chicano.
Y se marcha la sombra por la sombra de la noche, noche malagueña llena de gracia, que baila al compás del rumor de las olas. En ti se dan los cantos que escucha la Luna, Luna coqueta que se mira en tu mar, y que se prende una biznaga en su blanca peineta de concha marina.
Málaga la cantaora,
hermana de siete hermanas.
Ponte tu manto de espumas
sobre tu espalda salada,
una flor blanca en el pelo
y serás reina de España
cuando te cubra el aroma
soñador de la biznaga.
Todo el cielo está expectante, porque en las noches del estío malagueño, las estrellas y los luceros no están solo en la bóveda del cielo, bajan a nuestra Málaga y se tornan jazmines olorosos, porque quieren ver de cerca las caras como rosas de las mujeres malagueñas, y luego vuelven a subir al cielo, para ser alfileres perpetuos, brillando sobre el pecho de la noche.
El jazmín es una flor nocturna, como la dama de noche o el dondiego. Por eso, nos ofrece su aroma para que lo perciba la Luna, aunque antes se haya impregnado de los rayos del Sol. Sol que es la esencia de la vida, madrugador y rojo tras los montes de Málaga, tímidamente su perfil primero, trémulo, como los violines en el aire, soñoliento e indeciso, para luego agrandarse y ofrendarse en un amarillento intenso, que es la claridad inigualable de Málaga.
Así, el jazmín, no puede vivir sin este maravilloso, grandioso Sol malagueño, pero, sin embargo, su aroma lo ofrece a la noche, noche de negrura iridiscente brillando por encima del mundo.
Antiguo juego de la noche y el día. Casitas encaladas, hermosas y legendarias, que brillan al sol y relucen en la noche.
Como niños traviesos
sobre las tapias
se cuelgan los jazmines
como cal blanca,
como conchas marinas
de nácar alba.
Y dijo Picasso en 1940. “Los labios pegados al espejo derretido entre los palos de los jazmines“.
Y también dijo, en 1957, en una obra dedicada al famoso cuadro del Greco “Entierro del Conde de Orgaz“: “Se fueron a cantar por esos cielos de azúcar y alfajores, y biznagas de jazmines se pusieron de pie. “Para luego decir: “Tajada de melón blanco de oro y biznaga, puesta en el moño del tejado de cal“.
Y “Ventana que da al puerto lleno de jazmines”. Al Puerto de Málaga, claro, no podía ser otro. Picasso recordaba a Málaga por sus jazmines, por sus biznagas, como Vicente Alexandre por sus conchas y caracolas.
Barco que llega a la mar de Málaga, se enamora de su puerto, se inunda en la claridad asomado a la ventana de Mainake, Malake, Malaca, Málaga, por donde ya el aroma del jazmín se palpa y nunca más se olvida. Se marcha con el pensamiento puesto en la nueva flor que ha conocido y que le va a perseguir como sombra perfumada por esos mares de Dios. Ya nunca su cielo será el mismo, después de ver los jardines de Málaga. “La cintura del jardín“.Dijo Manuel Altolaguirre:
La cintura del jardín.
Florece en el aire el agua.
Lazos y menudos pies.
Suelo. Frutas. Nubes blancas.
En su horizonte con yedra
descansa su sombra plana,
doblada por las rodillas,
- interina piel de tapia-
La tarde. Los jazmineros
de la escalera la llaman...
Y canta Málaga su canción de jazmines y jazmineros, su canción blanca de agua. Su poesía blanca de biznaga; la cantan sus sirenas secretas, que de noche se sientan en las orillas para prenderse en el pelo como una preciada joya, las biznagas. Biznagas que olvidan en la playa los ángeles traviesos.
Y cuando ya el resplandor difuso anuncie el día, la aurora traerá la esperanza revuelta en mil perfumes, perfume grande de jazmín pequeño, que se hace grande en la biznaga cada primavera, cada verano, con el sol y la noche, la flor y el palo del buen eneldo, la verde penca, la orilla del camino, la mar y el campo...
Esta noche quisiera,
biznaga blanca,
verde chumbera,
eneldo embellecido
por primavera,
que tu estampa triunfe
como quimera.
Y entre todas las flores
la reina fueras;
te porten querubines
por la ladera
del monte Gibralfaro
como bandera.
Málaga, quince de Julio de mil novecientos noventa y cinco.
Inés María Guzmán
Finca La Cónsula
15 de Julio de 1995
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