XXIII FIESTA LA BIZNAGA
Cubierto el año 1996 de actividades y por los primeros meses del 97, el Presidente ya tiene comprometida la palabra de un extraordinario Pregonero, pues, por mediación de Celia Villalobos Talero se le hace el ofrecimiento a Antonio Garrido Moraga, Concejal de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Málaga, el cual muy gentilmente accede a ser la figura principal del acto del presente año. La fecha para la celebración ya la tiene el presidente cerrada, pues se llevará a cabo el día 28 de Junio del año en curso en la Finca La Cónsula a las 22.00 horas.
En esta edición, Eugenio Chicano consigue que le dejemos tranquilo, pues la responsabilidad del Cartel va a recaer en un artista de pincel distinto, en relación a los años anteriores, que hemos repetido con el ya Pregonero de la Fiesta Sr. Chicano. El creador de la obra que abrirá el inicio de la Fiesta para pregonar a la biznaga es Fernando Robles, que lleva a cabo una original figura que muestra a Olga Koklova esposa de Picasso, con mantilla y una Biznaga en la mano aunando lo original y lo tradicional a la vez.
La obra consigue llamar la atención del Pregonero y de todos los asistentes a su presentación en la sede social de la Entidad, el día 12 de Junio con celebración de pinchada en la azotea..
Cubierto el año 1996 de actividades y por los primeros meses del 97, el Presidente ya tiene comprometida la palabra de un extraordinario Pregonero, pues, por mediación de Celia Villalobos Talero se le hace el ofrecimiento a Antonio Garrido Moraga, Concejal de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Málaga, el cual muy gentilmente accede a ser la figura principal del acto del presente año. La fecha para la celebración ya la tiene el presidente cerrada, pues se llevará a cabo el día 28 de Junio del año en curso en la Finca La Cónsula a las 22.00 horas.
En esta edición, Eugenio Chicano consigue que le dejemos tranquilo, pues la responsabilidad del Cartel va a recaer en un artista de pincel distinto, en relación a los años anteriores, que hemos repetido con el ya Pregonero de la Fiesta Sr. Chicano. El creador de la obra que abrirá el inicio de la Fiesta para pregonar a la biznaga es Fernando Robles, que lleva a cabo una original figura que muestra a Olga Koklova esposa de Picasso, con mantilla y una Biznaga en la mano aunando lo original y lo tradicional a la vez.
La obra consigue llamar la atención del Pregonero y de todos los asistentes a su presentación en la sede social de la Entidad, el día 12 de Junio con celebración de pinchada en la azotea..
En la foto podemos observar la Obra de Fernando Robles.Verdaderamente que esta Fiesta como todas o casi todas tuvo una buena organización, pero lo que no ha funcionado a la perfección han sido los archivos generales de la Entidad y es por ello, que verdaderamente no encuentro muchos datos del evento.
El Sr. Acejo ha sido persona muy colaboradora con la Entidad, valgan desde aquí estas letras para mostrarle el agradecimiento general de los socios.
La anécdota de la Fiesta la produce el Pregonero ya una vez que es presentado, sube al escenario para pronunciar su Pregón y cual es la sorpresa de los asistentes, que observan como Antonio Garrido, mente prodigiosa y gran intelectual, comienza a versar su obra sin una sola nota escrita, sino tal cual van emanando sus ideas va pronunciando su discurso, hecho éste harto difícil, pues, estar en uso de la palabra durante 40/45 minutos sin una sola nota y sin salirse del guión un solo momento es sólo para unos cuantos escogidos.
PREGÓN
XXIII FIESTA LA BIZNAGA
Por: Antonio Garrido Moraga
Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Málaga
Director del Instituto Cervantes de Nueva York
XXIII FIESTA LA BIZNAGA
Por: Antonio Garrido Moraga
Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Málaga
Director del Instituto Cervantes de Nueva York
Buenas noches queridas amigas, queridos amigos.
En este marco único de La Cónsula, en el marco único de Churriana, la voz del pregonero va a sonar para proclamar a los cuatro vientos lo que cree y lo que piensa. Eso es pregonar.
Pregonar es alzar la voz para que todo el mundo escuche, y de ahí viene el “darles tres cuartos al pregonero”, que daban las monedas al que iba por las calles diciendo qué se vendía o qué se compraba, entre otras cosas.
Veintidós años. Pregones de la Biznaga y Peña La Biznaga, aquí y ahora en una noche malagueña única, mientras la nieve cubre el pirineo y media España tirita de frío, que ya sabemos que cuando aquí nos resfriamos, los demás tienen una gripe horrorosa.
Yo, quiero agradecer a la Peña La Biznaga el que me haya permitido estar aquí entre vosotros. Quiero agradecer a la Federación de Peñas Centros Culturales y Casas Regionales el que esté también aquí, y a todos vosotros, porque hay una serie de hitos dentro de las peñas. Cada peña tiene su vida, tiene sus actos y muchos de ellos trascienden a la vida de la ciudad, y es el caso del pregón y de la Fiesta La Biznaga, uno de los más emblemáticos.
Si cualquiera se preocupa de conocer algo de Málaga, tiene que plantearse muy seriamente la función que tenéis vosotros los peñistas en la recuperación y mantenimiento de las tradiciones. Y no cabe duda que es un esfuerzo desinteresado, es un esfuerzo denodado que el que no os conoce a fondo, percibe a través de una serie de actos singulares como el que esta noche aquí se produce.
Por tanto, mi gratitud más sincera y el saludo de la alcaldesa a la que le hubiese gustado estar aquí; muchas gracias Inés, muchas gracias porque nunca dices que no a nada de lo que Málaga te pide, a nada de lo que nosotros te pedimos. Quiero agradecer también a todas las otras instituciones que se encuentran aquí y a mis queridos compañeros de corporación que, no teniendo bastante con aguantarme en los días de reuniones y en los días de trabajo, encima han tenido la paciencia y el cariño de venir aquí esta noche. Muchas gracias a todos y muchas felicidades al Teniente de alcalde José Carlos Fajardo por este vergel, que es lo que es esta finca La Cónsula.
¡Señores !. Hay un cartel donde Olga, mujer de Picasso, tiene una biznaga en la mano, Olga aparece en ese cartel con la mantilla española y es el famosísimo retrato que podremos ver algún día en Málaga.
Por mi parte Fernando Robles ha sabido hacer algo muy difícil y es que manteniendo las tradiciones, conociendo bien la tradición, ha sido capaz de darle un valor simbólico y un toque de futuro y modernidad, que no otra cosa es la biznaga.
Vosotros que habéis escuchado muchos Pregones de la Biznaga, habréis escuchado poemas, reflexiones, cartas literarias. ¿Qué se puede decir de nuevo sobre la biznaga?. Ese es el problema que tiene el Pregonero, cada vez se encuentra con el terreno más difícil, porque ¡se han dicho tantas cosas bellas!, porque muchos Pregoneros ilustres han ocupado este lugar; pasa como en las tesis doctórales donde hablamos cinco. El primero habla mucho porque nadie ha hablado antes, el segundo ya la cosa la tiene mucho más difícil y cuando llega al quinto, el quinto el pobre, pues lo único que puede es balbucear. . . Está muy bien, y yo esta noche tendría que balbucear; porque, que digo yo que no hayan dicho los demás.
Hay que pensar qué podríamos decir y hay que pensarlo con el corazón y decir lo que uno cree que es la biznaga.
La biznaga, evidentemente, puede ser muchas cosas, una metáfora, una imagen, una realidad, un “se vende olor” que poblaba las calles de Málaga. La biznaga es una arquitectura perfecta, es una cúpula, una cúpula de aromas y por lo tanto es la forma absoluta de la belleza hecha perfume, pero yo no quiero esta noche caer - no diré en el tópico -, pero si en la fácil figura de la biznaga o quién la luce o de quién la vende.
La biznaga para mí, fue la sorpresa en el cartel de Robles cuando encontré la imagen de Olga con la biznaga. Es una lectura, es un discurso plástico absolutamente vigente.
Málaga espera –esperamos todos-, el Museo Picasso y la biznaga de Olga es una manera de saludarlo y recibirlo, es dar lo que nosotros, el pueblo mediterráneo saber dar más que nadie. “Cultura hecha detalles“.
La tradición de verdad es precisamente eso, la cultura hecha detalles, que no necesita buscar un autor, porque va y viene de lo conocido a lo anónimo y se hace de todos.
¿Quién inventó la biznaga? ¡Pues vaya usted a saber!
¿Quién tuvo la idea y el artificio de ir construyendo flor a flor, jazmín a jazmín en una estructura muerta, para dar la vida más hermosa tras una manipulación sensorial y única?
Nosotros somos la cultura de la sensualidad, porque Málaga es pura sensualidad. Málaga es una tierra bendita y privilegiada. Lo ha sido siempre. Es una tierra que se abre al mar y que abraza al mar desde el monte. Algún pregonero se ha referido a la Ciudad del Paraíso y al poema de Aleixandre ¡que duda cabe¡. La ciudad que se descuelga, que se hace Venus en el mar, que se abraza al mar y al mismo tiempo besa los montes.
Málaga tiene esa virtud. Es una ciudad con un cementerio romántico, como es el cementerio inglés. Es una ciudad con lugares privilegiados como son los Jardines de La Cónsula o de La Concepción. Es una borrachera de belleza. Es el perfume enervante de la biznaga en la noche. Enervante y por tanto sensual y ¿que es sensualidad?, aquello que llama poderosamente los sentidos, aquello que nos atrae, aquello que nos produce una perturbación de ánimo, una alteración de nuestra manera de ver el mundo.
La belleza es esa sensación misteriosa e indefinible que nos arrebata, tengamos la edad que tengamos, que nos lleva detrás de algo tan sutil como un perfume hecho biznaga, hecho noche, hecho mar, que permanece en nosotros por encima del tiempo y del espacio. Y recuerde cada uno de vosotros el olor de la biznaga en nuestro tiempo, la primera chica o el primer chico, la primera mirada, la primera noche que te dejan salir tarde o que tú te lo tomas aunque no te dejen. Después ya vendrá la regañuza correspondiente. Venían, ya no vienen regañuzas evidentemente, porque no estamos nosotros para dar regaños a ninguno de los muchachos ni de las muchachas que salen el fin de semana. A nosotros si nos la daban. Eran otros tiempos.
La emoción y esa tensión del ánimo, eso es amor. La biznaga representa el amor de esta tierra, el amor que vosotros y que yo tenemos a esta tierra. A esta tierra, a sus gentes, a sus bailes, a su cocina, a su cante, a sus escritores, a sus pintores, a sus poetas, al que vende, al que se ríe, al que nos inventa historias, a esta tierra tan extraña y tan singular que, cuando uno se pasa mucho tiempo fuera de ella, tiene forzosamente que volver.
Málaga es una adicción. Nuestra tierra es una adicción y la biznaga es un símbolo. Uno de los posibles significado que tiene la biznaga es el símbolo del amor de esta tierra.
En la pintura del siglo de oro hay un tipo de cuadro donde aparecen detalles. Son naturalezas muertas, son bodegones y aparecen detalles. El pintor pone ahí pequeñas cosas; es la cultura del detalle, de lo mínimo y en ese detalle aparecen jazmines en forma de guirnaldas, no exactamente una biznaga, pero si como guirnaldas que se ponían en las mesas, encima de un plato, ¿por qué?, porque la vida, la verdadera vida es hacer cosas que no tienen utilidad aparente, eso es la cultura y eso es el arte y una biznaga no tiene utilidad aparente. Con la biznaga no se puede hacer nada utilitario. Es como toda obra de arte, una realidad autónoma, una verdad en si misma, es algo que nace y muere en si para producirnos placer, el placer entendido como alegría o como tristeza, como recuerdo, como instante como pasión, como tantas cosas, eso es el placer, también lo es el sufrimiento.
La biznaga que Olga, en el cartel que Robles ofrece a la ciudad, ofrece al mundo y ofrece a Picasso –en un juego artístico de Picasso– Olga, Robles, biznaga, forman un punto de reflexión para el Pregonero.
¿Qué queremos nosotros que sea la biznaga?. Porque cada época carga de significado su símbolo. Nosotros somos los que le damos valor al símbolo según va pasando la historia. ¿Qué valor tiene hoy un botijo?, pues ni más ni menos que un objeto para beber agua, sin embargo en el siglo XVII los caballeros regalaban a las damas botijos con grandes moños y no era precisamente para beber. Las damas aceptaban los botijos que eran de barro portugués, lo rompían y chupaban el barro. ¿Para qué?, para no ir al retrete y no yendo al retrete se quedaban muy blancas que era la moda. Se opilaban, un verbo que no se usa hoy “se opilaba“. Estaban guapísimas para la moda de la época. Lo pasarían fatal las pobrecitas.
Hoy ya nadie toma barro portugués y lo chupa. Cambia de significado porque la palabra tiene vida y cambia de sentido. Las palabras cambian porque están vivas. Nosotros hacemos vivas a las palabras, creamos el mundo con la palabra. ¿Y que valor puede tener hoy la biznaga? Evidentemente es pertinente recordar al biznaguero.
Yo el otro día y -permitidme una anécdota de tipo personal-, cuando entré en el despacho de la sección de patrimonio vi unas biznagas encima de la mesa de la jefa de la sección, me quedé sorprendido, ¿no son las biznagas de flores?. Son las biznagas que se van a reponer en la penca del biznaguero porque se las han quitado. Que yo nos lo llamaría ladrones, los llamaría enamorados, unos enamorados de la biznaga le arrancaron tres o cuatro biznagas de la penca el otro día y se las van a reponer. Me dice la jefa ¿qué biznagas le ponemos? Ya estamos en el siglo XXI, una biznaga de bronce o una biznaga de fibra de vidrio. ¿Biznaga de fibra de vidrio?, se pueden hacer perfectamente y estaban allí. Había que elegir cuál. Todavía no se cuál se elegirá, porque los técnicos tienen que decidir, pero eso demuestra que el símbolo está vivo, que el biznaguero que lleva su penca puede tener una biznaga de fibra de vidrio hasta que venga otro enamorado de las biznagas y se la lleve, y se volverá a reponer. Las biznagas son infinitas como el amor, las flores son infinitas como el sentimiento.
.Podemos recordar a ese biznaguero y debemos recordarlo como parte de la historia de Málaga y recordar nuestra Málaga del siglo XIX, pero esa no es la Málaga de hoy, ni muchísimo menos, por suerte para todos. El símbolo si está vivo supera el tiempo, porque está en el corazón y en la mente y para nosotros, hoy la biznaga tiene un valor eterno El valor de su belleza purísima y mediterránea.
El valor de haber aromado y aromar durante siglos esta tierra difícil y maravillosa que es la nuestra. La biznaga es el perfil del aire de la noche, la bofetada de no duele, que no duele en la cara, pero si en el corazón, la sombra del pelo en la cal de la pared, el recuerdo de los barrios que no están, el recuerdo de los que no están, pero son también las biznagas que tenéis en el pelo o en la solapa o encima de las mesas. Es el valor eterno de la belleza inmarchitable. Por eso la biznaga tiene un simbolismo barroco excepcional. El barroco fue una época de extremos, lo más hermoso y lo más feo se juntaban, lo más sencillo y lo más complejo se unían. En la biznaga están, como en el famoso poema de la rosa, el punto más alto de su belleza y el principio de su declinar en el girar del tiempo y de los sentimientos. Es una promesa de amor que tendrá que superar la propia muerte y el propio marchitarse. Será como el soneto de Quevedo un amor que navega por el mar de la muerte y las vence. El polvo enamorado de Quevedo es el aroma de la biznaga, el recuerdo de Quevedo es el jazmín guardado en un libro. La mancha que queda en la página, eso es el valor único e inmarchitable de la flor. La flor trémula con una gota de rocío en una noche de fiesta como esta, en una noche de feria, en una noche de nuestra larga y eterna primavera, de nuestro amor a la tierra.
Aquí estamos en esta naturaleza que Pomona dio a manos llenas. Recordad la representación de Pomona y del cuerno de la abundancia. Siempre se la representa más bien gordita, ¡Como debe ser ¡. Porque, claro, es abundante y rica y va soltando flores y frutos.
La biznaga es por lo tanto el símbolo eterno de la belleza perenne en su fugacidad. Pura encendida rosa emula de la llama, el emula de la llama que muere antes de nacer, que muere en el momento de nacer. Pero es también, y yo quisiera destacarlo esta noche, una propuesta de futuro.
Tenemos la obligación de que la biznaga no sólo nos recuerde cosas, sino que es también un elemento tan bello y tan hermoso de la Málaga que todos queremos para el futuro. Todos, todos.
La biznaga es un símbolo de convivencia, yo lo quiero interpretar así. Y es mi derecho interpretarlo así, porque me habéis hecho pregonero esta noche. Es un símbolo de convivencia, es un símbolo de libertad, es un símbolo de participación, de estar juntos, de solidaridad. Que mejor regalo se puede dar a alguien que venga de fuera, que mejor consuelo se puede dar a alguien que lo esté pasando mal, esa arquitectura perfecta en su geometría y perfecta en sus términos y en sus proporciones que es una biznaga.
¡Pensadlo¡. Tiene un valor presente indiscutible. Por eso está muy bien hecho el cartel de este año y muy bien hecho el de los años anteriores, pero a mí me ha tocado este y he tenido la suerte de que me toque este. Por eso está muy bien hecho, por el valor simbólico de los que nos plantea hacia el futuro. Yo quiero ver en Olga y en la biznaga de Robles el símbolo de esa Málaga de tolerancia, de respeto, de amor y de progreso, porque cada ciudad tiene sus símbolos. Cada tierra tiene su historia y la nuestra es una tierra bendita y maravillosa con problemas que debemos superar entre todos, que debemos resolver entre todos y la biznaga puede y debe ser el símbolo de esa paz y de esa concordia de esta tierra: ¡La primera en la defensa de la libertad¡. La Biznaga debe ser el símbolo de la amistad, de la solidaridad y de la belleza.
Yo no me quiero alargar, creo que los pregones, siempre lo he dicho, no deben ser largos. Hay que evitar, por encima de todas las cosas, hacerse pesado. Decimos en Málaga y es una frase muy nuestra “que de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso“ y ese equilibrio formal es el sueño de la noche del verano. Ese es el equilibrio de lo popular que no está en los libros ni se aprende en las universidades, que se hace letra de coplas, de malagueñas, que se hace baile, que se hace verdiales en los montes y se derrama hasta el mar. Ese equilibrio sólo se consigue tras siglos de depuración y tras siglos de propio entendimiento interiorizado de la belleza, del trabajo y de la convivencia. Ese es nuestro equilibrio y nuestro tesoro y como una cúspide y un vértice de tanto tiempo, de tanta vivencia y de tanto siglo, vamos a dejar esta noche la inocencia, que no lo es, puesto que se trata de algo perfectamente elaborado, pero dejemos la inocencia aparente de la biznaga.
La biznaga, flor de flores, que no-flor ¿cómo?
Sí, flor de flores. Esto es una arquitectura, esto es una elaboración única e increíble, debemos tener eso muy presente. Nuestros símbolos deben permanecer vivos.
La biznaga, yo quiero que esta noche sea el vértice de los sueños, el vértice de los mejores deseos y proyectos que debemos tener todos. La biznaga es el gran paraguas blanco que cubre una ciudad entera, que cubre los corazones de una ciudad entera. Es el gran paraguas blanco que se hace mar y se hace ola y se hace luna y se hace palabra y se hace verso y espuma del sueño. La biznaga es por lo tanto un símbolo de paz.
En este marco único de La Cónsula, en el marco único de Churriana, la voz del pregonero va a sonar para proclamar a los cuatro vientos lo que cree y lo que piensa. Eso es pregonar.
Pregonar es alzar la voz para que todo el mundo escuche, y de ahí viene el “darles tres cuartos al pregonero”, que daban las monedas al que iba por las calles diciendo qué se vendía o qué se compraba, entre otras cosas.
Veintidós años. Pregones de la Biznaga y Peña La Biznaga, aquí y ahora en una noche malagueña única, mientras la nieve cubre el pirineo y media España tirita de frío, que ya sabemos que cuando aquí nos resfriamos, los demás tienen una gripe horrorosa.
Yo, quiero agradecer a la Peña La Biznaga el que me haya permitido estar aquí entre vosotros. Quiero agradecer a la Federación de Peñas Centros Culturales y Casas Regionales el que esté también aquí, y a todos vosotros, porque hay una serie de hitos dentro de las peñas. Cada peña tiene su vida, tiene sus actos y muchos de ellos trascienden a la vida de la ciudad, y es el caso del pregón y de la Fiesta La Biznaga, uno de los más emblemáticos.
Si cualquiera se preocupa de conocer algo de Málaga, tiene que plantearse muy seriamente la función que tenéis vosotros los peñistas en la recuperación y mantenimiento de las tradiciones. Y no cabe duda que es un esfuerzo desinteresado, es un esfuerzo denodado que el que no os conoce a fondo, percibe a través de una serie de actos singulares como el que esta noche aquí se produce.
Por tanto, mi gratitud más sincera y el saludo de la alcaldesa a la que le hubiese gustado estar aquí; muchas gracias Inés, muchas gracias porque nunca dices que no a nada de lo que Málaga te pide, a nada de lo que nosotros te pedimos. Quiero agradecer también a todas las otras instituciones que se encuentran aquí y a mis queridos compañeros de corporación que, no teniendo bastante con aguantarme en los días de reuniones y en los días de trabajo, encima han tenido la paciencia y el cariño de venir aquí esta noche. Muchas gracias a todos y muchas felicidades al Teniente de alcalde José Carlos Fajardo por este vergel, que es lo que es esta finca La Cónsula.
¡Señores !. Hay un cartel donde Olga, mujer de Picasso, tiene una biznaga en la mano, Olga aparece en ese cartel con la mantilla española y es el famosísimo retrato que podremos ver algún día en Málaga.
Por mi parte Fernando Robles ha sabido hacer algo muy difícil y es que manteniendo las tradiciones, conociendo bien la tradición, ha sido capaz de darle un valor simbólico y un toque de futuro y modernidad, que no otra cosa es la biznaga.
Vosotros que habéis escuchado muchos Pregones de la Biznaga, habréis escuchado poemas, reflexiones, cartas literarias. ¿Qué se puede decir de nuevo sobre la biznaga?. Ese es el problema que tiene el Pregonero, cada vez se encuentra con el terreno más difícil, porque ¡se han dicho tantas cosas bellas!, porque muchos Pregoneros ilustres han ocupado este lugar; pasa como en las tesis doctórales donde hablamos cinco. El primero habla mucho porque nadie ha hablado antes, el segundo ya la cosa la tiene mucho más difícil y cuando llega al quinto, el quinto el pobre, pues lo único que puede es balbucear. . . Está muy bien, y yo esta noche tendría que balbucear; porque, que digo yo que no hayan dicho los demás.
Hay que pensar qué podríamos decir y hay que pensarlo con el corazón y decir lo que uno cree que es la biznaga.
La biznaga, evidentemente, puede ser muchas cosas, una metáfora, una imagen, una realidad, un “se vende olor” que poblaba las calles de Málaga. La biznaga es una arquitectura perfecta, es una cúpula, una cúpula de aromas y por lo tanto es la forma absoluta de la belleza hecha perfume, pero yo no quiero esta noche caer - no diré en el tópico -, pero si en la fácil figura de la biznaga o quién la luce o de quién la vende.
La biznaga para mí, fue la sorpresa en el cartel de Robles cuando encontré la imagen de Olga con la biznaga. Es una lectura, es un discurso plástico absolutamente vigente.
Málaga espera –esperamos todos-, el Museo Picasso y la biznaga de Olga es una manera de saludarlo y recibirlo, es dar lo que nosotros, el pueblo mediterráneo saber dar más que nadie. “Cultura hecha detalles“.
La tradición de verdad es precisamente eso, la cultura hecha detalles, que no necesita buscar un autor, porque va y viene de lo conocido a lo anónimo y se hace de todos.
¿Quién inventó la biznaga? ¡Pues vaya usted a saber!
¿Quién tuvo la idea y el artificio de ir construyendo flor a flor, jazmín a jazmín en una estructura muerta, para dar la vida más hermosa tras una manipulación sensorial y única?
Nosotros somos la cultura de la sensualidad, porque Málaga es pura sensualidad. Málaga es una tierra bendita y privilegiada. Lo ha sido siempre. Es una tierra que se abre al mar y que abraza al mar desde el monte. Algún pregonero se ha referido a la Ciudad del Paraíso y al poema de Aleixandre ¡que duda cabe¡. La ciudad que se descuelga, que se hace Venus en el mar, que se abraza al mar y al mismo tiempo besa los montes.
Málaga tiene esa virtud. Es una ciudad con un cementerio romántico, como es el cementerio inglés. Es una ciudad con lugares privilegiados como son los Jardines de La Cónsula o de La Concepción. Es una borrachera de belleza. Es el perfume enervante de la biznaga en la noche. Enervante y por tanto sensual y ¿que es sensualidad?, aquello que llama poderosamente los sentidos, aquello que nos atrae, aquello que nos produce una perturbación de ánimo, una alteración de nuestra manera de ver el mundo.
La belleza es esa sensación misteriosa e indefinible que nos arrebata, tengamos la edad que tengamos, que nos lleva detrás de algo tan sutil como un perfume hecho biznaga, hecho noche, hecho mar, que permanece en nosotros por encima del tiempo y del espacio. Y recuerde cada uno de vosotros el olor de la biznaga en nuestro tiempo, la primera chica o el primer chico, la primera mirada, la primera noche que te dejan salir tarde o que tú te lo tomas aunque no te dejen. Después ya vendrá la regañuza correspondiente. Venían, ya no vienen regañuzas evidentemente, porque no estamos nosotros para dar regaños a ninguno de los muchachos ni de las muchachas que salen el fin de semana. A nosotros si nos la daban. Eran otros tiempos.
La emoción y esa tensión del ánimo, eso es amor. La biznaga representa el amor de esta tierra, el amor que vosotros y que yo tenemos a esta tierra. A esta tierra, a sus gentes, a sus bailes, a su cocina, a su cante, a sus escritores, a sus pintores, a sus poetas, al que vende, al que se ríe, al que nos inventa historias, a esta tierra tan extraña y tan singular que, cuando uno se pasa mucho tiempo fuera de ella, tiene forzosamente que volver.
Málaga es una adicción. Nuestra tierra es una adicción y la biznaga es un símbolo. Uno de los posibles significado que tiene la biznaga es el símbolo del amor de esta tierra.
En la pintura del siglo de oro hay un tipo de cuadro donde aparecen detalles. Son naturalezas muertas, son bodegones y aparecen detalles. El pintor pone ahí pequeñas cosas; es la cultura del detalle, de lo mínimo y en ese detalle aparecen jazmines en forma de guirnaldas, no exactamente una biznaga, pero si como guirnaldas que se ponían en las mesas, encima de un plato, ¿por qué?, porque la vida, la verdadera vida es hacer cosas que no tienen utilidad aparente, eso es la cultura y eso es el arte y una biznaga no tiene utilidad aparente. Con la biznaga no se puede hacer nada utilitario. Es como toda obra de arte, una realidad autónoma, una verdad en si misma, es algo que nace y muere en si para producirnos placer, el placer entendido como alegría o como tristeza, como recuerdo, como instante como pasión, como tantas cosas, eso es el placer, también lo es el sufrimiento.
La biznaga que Olga, en el cartel que Robles ofrece a la ciudad, ofrece al mundo y ofrece a Picasso –en un juego artístico de Picasso– Olga, Robles, biznaga, forman un punto de reflexión para el Pregonero.
¿Qué queremos nosotros que sea la biznaga?. Porque cada época carga de significado su símbolo. Nosotros somos los que le damos valor al símbolo según va pasando la historia. ¿Qué valor tiene hoy un botijo?, pues ni más ni menos que un objeto para beber agua, sin embargo en el siglo XVII los caballeros regalaban a las damas botijos con grandes moños y no era precisamente para beber. Las damas aceptaban los botijos que eran de barro portugués, lo rompían y chupaban el barro. ¿Para qué?, para no ir al retrete y no yendo al retrete se quedaban muy blancas que era la moda. Se opilaban, un verbo que no se usa hoy “se opilaba“. Estaban guapísimas para la moda de la época. Lo pasarían fatal las pobrecitas.
Hoy ya nadie toma barro portugués y lo chupa. Cambia de significado porque la palabra tiene vida y cambia de sentido. Las palabras cambian porque están vivas. Nosotros hacemos vivas a las palabras, creamos el mundo con la palabra. ¿Y que valor puede tener hoy la biznaga? Evidentemente es pertinente recordar al biznaguero.
Yo el otro día y -permitidme una anécdota de tipo personal-, cuando entré en el despacho de la sección de patrimonio vi unas biznagas encima de la mesa de la jefa de la sección, me quedé sorprendido, ¿no son las biznagas de flores?. Son las biznagas que se van a reponer en la penca del biznaguero porque se las han quitado. Que yo nos lo llamaría ladrones, los llamaría enamorados, unos enamorados de la biznaga le arrancaron tres o cuatro biznagas de la penca el otro día y se las van a reponer. Me dice la jefa ¿qué biznagas le ponemos? Ya estamos en el siglo XXI, una biznaga de bronce o una biznaga de fibra de vidrio. ¿Biznaga de fibra de vidrio?, se pueden hacer perfectamente y estaban allí. Había que elegir cuál. Todavía no se cuál se elegirá, porque los técnicos tienen que decidir, pero eso demuestra que el símbolo está vivo, que el biznaguero que lleva su penca puede tener una biznaga de fibra de vidrio hasta que venga otro enamorado de las biznagas y se la lleve, y se volverá a reponer. Las biznagas son infinitas como el amor, las flores son infinitas como el sentimiento.
.Podemos recordar a ese biznaguero y debemos recordarlo como parte de la historia de Málaga y recordar nuestra Málaga del siglo XIX, pero esa no es la Málaga de hoy, ni muchísimo menos, por suerte para todos. El símbolo si está vivo supera el tiempo, porque está en el corazón y en la mente y para nosotros, hoy la biznaga tiene un valor eterno El valor de su belleza purísima y mediterránea.
El valor de haber aromado y aromar durante siglos esta tierra difícil y maravillosa que es la nuestra. La biznaga es el perfil del aire de la noche, la bofetada de no duele, que no duele en la cara, pero si en el corazón, la sombra del pelo en la cal de la pared, el recuerdo de los barrios que no están, el recuerdo de los que no están, pero son también las biznagas que tenéis en el pelo o en la solapa o encima de las mesas. Es el valor eterno de la belleza inmarchitable. Por eso la biznaga tiene un simbolismo barroco excepcional. El barroco fue una época de extremos, lo más hermoso y lo más feo se juntaban, lo más sencillo y lo más complejo se unían. En la biznaga están, como en el famoso poema de la rosa, el punto más alto de su belleza y el principio de su declinar en el girar del tiempo y de los sentimientos. Es una promesa de amor que tendrá que superar la propia muerte y el propio marchitarse. Será como el soneto de Quevedo un amor que navega por el mar de la muerte y las vence. El polvo enamorado de Quevedo es el aroma de la biznaga, el recuerdo de Quevedo es el jazmín guardado en un libro. La mancha que queda en la página, eso es el valor único e inmarchitable de la flor. La flor trémula con una gota de rocío en una noche de fiesta como esta, en una noche de feria, en una noche de nuestra larga y eterna primavera, de nuestro amor a la tierra.
Aquí estamos en esta naturaleza que Pomona dio a manos llenas. Recordad la representación de Pomona y del cuerno de la abundancia. Siempre se la representa más bien gordita, ¡Como debe ser ¡. Porque, claro, es abundante y rica y va soltando flores y frutos.
La biznaga es por lo tanto el símbolo eterno de la belleza perenne en su fugacidad. Pura encendida rosa emula de la llama, el emula de la llama que muere antes de nacer, que muere en el momento de nacer. Pero es también, y yo quisiera destacarlo esta noche, una propuesta de futuro.
Tenemos la obligación de que la biznaga no sólo nos recuerde cosas, sino que es también un elemento tan bello y tan hermoso de la Málaga que todos queremos para el futuro. Todos, todos.
La biznaga es un símbolo de convivencia, yo lo quiero interpretar así. Y es mi derecho interpretarlo así, porque me habéis hecho pregonero esta noche. Es un símbolo de convivencia, es un símbolo de libertad, es un símbolo de participación, de estar juntos, de solidaridad. Que mejor regalo se puede dar a alguien que venga de fuera, que mejor consuelo se puede dar a alguien que lo esté pasando mal, esa arquitectura perfecta en su geometría y perfecta en sus términos y en sus proporciones que es una biznaga.
¡Pensadlo¡. Tiene un valor presente indiscutible. Por eso está muy bien hecho el cartel de este año y muy bien hecho el de los años anteriores, pero a mí me ha tocado este y he tenido la suerte de que me toque este. Por eso está muy bien hecho, por el valor simbólico de los que nos plantea hacia el futuro. Yo quiero ver en Olga y en la biznaga de Robles el símbolo de esa Málaga de tolerancia, de respeto, de amor y de progreso, porque cada ciudad tiene sus símbolos. Cada tierra tiene su historia y la nuestra es una tierra bendita y maravillosa con problemas que debemos superar entre todos, que debemos resolver entre todos y la biznaga puede y debe ser el símbolo de esa paz y de esa concordia de esta tierra: ¡La primera en la defensa de la libertad¡. La Biznaga debe ser el símbolo de la amistad, de la solidaridad y de la belleza.
Yo no me quiero alargar, creo que los pregones, siempre lo he dicho, no deben ser largos. Hay que evitar, por encima de todas las cosas, hacerse pesado. Decimos en Málaga y es una frase muy nuestra “que de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso“ y ese equilibrio formal es el sueño de la noche del verano. Ese es el equilibrio de lo popular que no está en los libros ni se aprende en las universidades, que se hace letra de coplas, de malagueñas, que se hace baile, que se hace verdiales en los montes y se derrama hasta el mar. Ese equilibrio sólo se consigue tras siglos de depuración y tras siglos de propio entendimiento interiorizado de la belleza, del trabajo y de la convivencia. Ese es nuestro equilibrio y nuestro tesoro y como una cúspide y un vértice de tanto tiempo, de tanta vivencia y de tanto siglo, vamos a dejar esta noche la inocencia, que no lo es, puesto que se trata de algo perfectamente elaborado, pero dejemos la inocencia aparente de la biznaga.
La biznaga, flor de flores, que no-flor ¿cómo?
Sí, flor de flores. Esto es una arquitectura, esto es una elaboración única e increíble, debemos tener eso muy presente. Nuestros símbolos deben permanecer vivos.
La biznaga, yo quiero que esta noche sea el vértice de los sueños, el vértice de los mejores deseos y proyectos que debemos tener todos. La biznaga es el gran paraguas blanco que cubre una ciudad entera, que cubre los corazones de una ciudad entera. Es el gran paraguas blanco que se hace mar y se hace ola y se hace luna y se hace palabra y se hace verso y espuma del sueño. La biznaga es por lo tanto un símbolo de paz.
Antonio Garrido Moraga
Finca La Cónsula
28 de Junio 1997
Finca La Cónsula
28 de Junio 1997
IMAGENES DE LA FIESTA. EDICIONES XVI A XXV
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